“Safaris patagónicos”, las nuevas apuestas del turismo austral

En la zona, los visitantes pueden estar en contacto con las especies nativas

Punta Arenas. Dos pumas de cinco años desplazándose libremente en medio de la estepa patagónica, en donde también hay ñandúes, liebres y aves, como caranchos y patos, son las atracciones del “safari patagónico”, que se ha consolidado como nuevo producto turístico en la zona austral, especialmente dirigido a los niños que visitan la zona.

Esta actividad se ha desarrollado en tres predios, que promueven apreciar los animales al aire libre, pese a que las condiciones climáticas siempre son rigurosas.

Una de estas alternativas, con 25 especies entre aves y mamíferos, es la estancia Lolita, distante 42 kilómetros al norte de Punta Arenas. Allí, en 2 mil hectáreas, sus dueños cambiaron la crianza de ovejas y vacunos por la exhibición de las especies que viven en la zona.

Hay que estar dispuesto a caminar por un circuito de dos kilómetros en medio de la pampa de coirón, matizada con seis lagunas, para ver ovejas, manadas de guanacos y alpacas, sólo comparables con las que se aprecian en el parque nacional Torres del Paine: Sin embargo, el mayor atractivo son los pumas, los que se mantienen a corta distancia de los visitantes, separados apenas por una malla.

Otro predio es parque Ñandú, ubicado en la ruta a Río Verde y a 48 kilómetros al norte de Punta Arenas. Hace una década, Jorge Ladrido comenzó a reunir animales, y en la actualidad tiene 30 especies entre mamíferos y aves, siendo los más requeridos por los visitantes los pingüinos Magallanes, como también ñandúes, emúes, avestruces, guanacos, alpacas y faisanes.

Una granja más educativa, pero no distante del concepto de turismo de intereses especiales, los constituye Austro-Zoo, a 18 kilómetros de Punta Arenas. Allí, en cuatro hectáreas, predominan faisanes con sus multicolores plumajes, mientras que al aire libre el visitante encuentra patos, alpacas, ovejas y una decena de especies de conejos, incluyendo la tradicional liebre patagónica.

El Mercurio