Paul Edward Theroux: Entre viajes y letras

Paul Theroux nació en Massachussets –Estados Unidos– un 10 de abril de 1941. Sus padres eran inmigrantes europeos y tuvieron en esta ciudad siete hijos que tomaron diferentes caminos.

Siendo aún un niño Theroux participaba de un grupo de exploradores, aunque no tenía gran gusto por nada relacionado al deporte. A medida que los años empezaron a transcurrir, además de mostrar interés por los viajes salió a la luz una gran pasión: la escritura. Fue combinando estos dos gustos que lo llevaron a escribir libros como el conocido “La costa de los mosquitos”.
Hay un tercer elemento que hizo de la vida de Theroux algo particular: adora los trenes, de hecho la mayor parte de sus viajes se realizaron en ellos y claro que esos vagones fueron fuente de inspiración para libros como “El gran bazar del ferrocarril” y “En el gallo de hierro”. Esta elección, prácticamente humilde para quien tiene otros medios, demuestra todo un estilo de vida. Theroux es un hombre que prefiere las tabernas a los grandes restó y cosas de esa índole.

Estuvo en un primer momento en la Universidad de Maine en donde escribía editoriales sobre la Guerra de Vietnam. Luego se trasladó a la Universidad de Massachussets, donde se acercó a las letras del poeta José Langland y comenzó a afirmarse en la literatura y en la búsqueda de la paz mundial.

En 1963 se recibió y viajó a Italia para dar una conferencia sobre la paz. Una vez en Europa decidió que África sería su nuevo destino. Allí se le ofreció un cargo como docente en Malawi. Pero en Malawi tuvo un inconveniente: lo consideraron enredado en un golpe de estado fallido al presidente de Malawi y lo echaron del cuerpo de paz.

Cuando cumplió un tiempo en el país, lo trasladaron a Uganda. Allí tuvo su primer hijo con una maestra inglesa llamada Marcel. Su carrera siguió en Singapur, pero un año después se mudó en Inglaterra por un tiempo muy largo.

Sus letras
Fue en Kenia que Paul conoció a una gran fuente de inspiración, el controvertido escritor Naipaul (Premio Nobel de la Literatura), con el que gestó una gran amistad y a través de quien conoció diferentes aspectos de África. La influencia de Naipaul fue realmente importante, tanto en la escritura como en la ideología que Theroux fue gestando, tan así que sus conocidos llegan a afirmar que hasta se reproducen gestos de Naipaul en las conversaciones de Theroux. Fue la mujer de su amigo la que en una oportunidad puso a la venta los libros que Theroux había dedicado a Naipaul. El indignado escritor redactó "Vidia´s Shadow", un libro en el que no para de hacer pésimas referencias sobre la dama.

La primera novela que publicó se llamó “Waldo” cuando tenía veintiséis años. Esta novela vendió cuatro mil copias. Su temática era la política africana y la desintegración de la vida tribal. Pero en algunos grupos no tuvo la aceptación que él buscaba y hasta se enfrentó a una manifestación que puso en peligro la vida de su esposa, por lo que decidió dejar el país.

De allí en mas, no paró de producir literatura, siempre con un tinte viajero y por momentos cómico. Entre las más conocidas encontramos: “El viaje expreso de la Patagonia” que se publicó en 1979 y “Las columnas de Hércules” de 1995.
Con “El gran bazar Ferroviario”, que relata su viaje a través de Asia consiguió su pico de venta: treinta y cinco mil copias. Este apasionante libro es uno de los más recomendados.

Su espíritu viajero lo hizo escribir “La costa de los Mosquitos” en donde toma la idea de Robinson Crusoe para caracterizarlo en uno de sus personajes, quien escapa de la vida rutinaria y decide trasladarse con su familia a Honduras.

En el año 2002 y ya habiendo realizado muchos viajes por África, decidió inmortalizar uno de ellos en “El Safari de la estrella negra”. En esta novela narra un viaje realizado por él, que comenzó en El Cairo y que culminó en Ciudad del Cabo. En el camino, Theroux tiene la posibilidad de encontrarse con distinguidas figuras de la vida cultural africana y de interactuar con un África Salvaje que convierte al recorrido en una verdadera aventura. El autor dijo que en ese viaje a Áfricaél buscaba descubrir la otra faceta de este continente inundado de horrores, que el humor también debía vivir allí.

Un año más tarde salió a la luz una de sus mejores novelas, “Hotel Honolulu”, donde cuenta la historia de un escritor que al caer en un pozo de falta de inspiración, decide trasladarse al hotel más devastado de Honolulu. Allí, interactuando con otros personajes, nacen historias con interesantes personajes nunca pensados.
Su libro “Las columnas de Hércules” se asemeja más a un relato autobiográfico sobre uno de sus viajes que a una novela. Allí narra sus vueltas por las fronteras del Mediterráneo. Las narra tan maravillosamente que no pareciera hablar de los mismos lugares que hoy arrastran al turismo mundial hasta sus playas de manera incesante. En este viaje también da con intelectuales con los que va intercambiando pensares.

Otro de sus notables escritos, titulado “El viejo Expreso de la Patagonia”, narra lo que fue su acercamiento a América Latina, todas las combinaciones de trenes posibles que hizo hasta llegar a la Patagonia argentina. El viaje comenzó en Boston y le tomó menos de un año llegar a Argentina, el mismo año en que se produjo el último golpe militar. Por supuesto, sus impresiones varían según la realidad en que se encuentre porque un viajero con los ojos abiertos percibe algo más que un paisake. Así, sus apreciaciones sobre el país no fueron de las mejores. Hasta comentó que era mejor olvidar algunas de las cosas que vivió. En este paso por Argentina también se topó con el célebre escritor local Jorge Luís Borges de quien no guardó tampoco los mejores recuerdos. Sin embargo, la Patagonia lo maravilló. Es así que en sus líneas no pueden dejar de percibirse encanto y alucinamiento.

En los últimos años se supo que agregó una actividad más a su incesante búsqueda: se dedicó a la apicultura en los campos de Hawai.